Hoy es un día, de lo que yo llamo ideales: esos días que en nuestra familia olvidamos la adopción, y transcurre ligeramente, sin sobresaltos, sin cuestionamientos, cerrando la puerta al pasado y mirando hacia el futuro de nuestra familia.
Ultimamente eran de los menos, las fiestas ponen a flor de piel los sentimientos y pensamientos, y se hace duro muchas veces hacerle frente.
Estas fiestas, fueron las primeras de nuestra familia. No guardo una solo foto de ellas. Creo que las fotos me las llevo marcadas en el alma. Era tantos los sentimientos encontrados, que lo único que pude atinar es asegurarme de mis hijos, de que todo estuviera bien. Y a pesar de las dificultades, así fué.
Estos días me encuentran con otras realidades: Nico el lunes cumplió 13 años, y Leo el jueves 11. Cuando veo estos números, me recuerdo a mi misma diciéndome: noo, un nene de 12 años no me animo... y acá estoy, viéndolo feliz paseando en su patineta por la vereda junto a su hermano y su patineta, mirándolos por la ventana mientras escribo estas líneas, mientras mi hija juega con su 1ra amiguita del barrio en su casa.
Tal vez ando emotiva, porque estoy leyendo un mail donde cuentan como una familia se está conociendo, y me hace recordar estos 7 meses vividos.
Ver a mis hijos jugar por la ventana, me hace creer que es posible, que los niños se adaptan, que pueden de alguna manera recuperar algo de su niñez. Aunque con Nico ahora comparta los mensajitos de sus amigas, es una etapa que estoy disfrutando.
Leo es mi dulce de leche, tremendo hombretón se me carga a upa todo el día, meta "becho y abacho" como dice Mili al papá.
Son días que van transcurriendo ligeramente.... como en cualquier otra familia...
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