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lunes, 25 de enero de 2010

Apropiación y robo: la contracara de la adopción

Estas personas no ADOPTARON, ROBARON, con el consentimiento de un familiar de la mamá biológica.

Fuente: http://periovista.com.ar/2010/01/robo-de-bebes-entre-los-deseos-de-una-pareja-y-los-mercaderes-de-ninos/

Robo de bebés: Entre los deseos de una pareja y los mercaderes de niños


Mañana cumplirá siete meses el hijo de Daiana Pintos, quien fuera arrebatado a su madre. El drama que sufre la adolescente santiagueña desnudó falencias en los sistemas de control de nacimientos.

Daiana Pintos tenía 16 años cuando, acompañada de su madre Claudia Jiménez, partió de La Banda (Santiago del Estero), pasó por Tucumán y tuvo a su hijo en una clínica privada de Rosario de la Frontera, en el sur de Salta, a más de 300 kilómetros de su hogar.
Ninguna de las dos hacían turismo ni estaban de paso por la atractiva y tranquila ciudad termal sino que ambas llegaron expresamente al establecimiento sanitario para que se concrete una cesárea. El parto programado se practicó el 25 de junio del año pasado. A las 14.45 nació un varón sano que pesó 3,150 gramos y midió 45 centímetros.
El médico Carlos Torres asegura que extendió el informe del nacimiento a nombre de Daiana Pintos. Desde el 26 de junio del año pasado, un día después del alumbramiento, el pequeño está desaparecido. Se desconoce dónde fue registrado y con quiénes vive.
El ginecólogo de Rosario de la Frontera quedó libre el pasado viernes por falta de pruebas en su contra. Estuvo detenido desde el 6 de enero, denunciado por la adolescente de haber participado en la venta de su hijo.

Por un certificado que firma un médico, un bebé puede terminar vendido a organizaciones que lo ubican en el extranjero.Por su lado, Claudia Jiménez, madre de Daiana y abuela del pequeño, continúa presa desde aquel mismo día, acusada de vender a su nieto. Desde entonces se ha negado sistemáticamente a hablar con la Justicia.
La mujer guarda secretos que lograrían, además del reencuentro de Daiana con su hijo, descubrir la red que trafica con recién nacidos entre Santiago del Estero, Tucumán y Salta. Precisamente lo que conoce la mujer parece ocultar algo tan turbio y grave que hizo que desde el mismo día en que llegó a Metán dispusiera de los servicios de dos abogados contratados en Tucumán: José Horacio Retuerta y Guillermo Barrera. Sólo ellos saben a quiénes les preocupa lo que pueda decir la mujer. Entre ellos ni siquiera se conocían.

Un papel clave

Con el certificado de nacido vivo extendido por el médico Torres, el pequeño sólo podría ser inscripto en algún Registro Civil de la Provincia de Salta y sólo por su madre biológica. Como el papel es exclusiva responsabilidad del profesional, lo que allí figure es clave para la existencia legal del recién nacido. Dicho de otro modo, la identidad, la vida y el futuro de un ser humano dependen de la decisión de un médico. Los datos que allí ponga tienen carácter confidencial y, de acuerdo con la ley 17.622 del gobierno de Onganía, no sirven como instrumento legal, pero es lo más importante para gestionar la identidad.
Torres manifiesta que él no sabe nada del informe que entregó a Claudia Jiménez, como madre de la parturienta. Debido al hermetismo de la abuela santiagueña, aconsejada por los abogados contratados en Tucumán, se desconoce qué decía este informe, a nombre de quién estaba y a quién fue entregado. Daiana afirmó desde el principio que ella no tuvo en su poder el certificado y que éste fue entregado a la familia que había comprado al bebé. Ella asegura que los adoptantes ilegales son tucumanos, de apellido Guzmán y tienen familiares en Rosario de la Frontera. Hasta el momento, los datos fueron tan imprecisos que no se logró ningún avance en la investigación.

Como si fueran cosas

El drama de Daiana Pintos y su hijo desaparecido tras el nacimiento puso al descubierto la descarnada y contradictoria realidad que viven miles de mujeres, niños y familias y los vacíos normativos existentes en el tema. Por un lado, jóvenes mujeres, algunas casi niñas, que llevan adelante un embarazo no deseado y, por el otro, matrimonios que lo que más desean en el mundo es tener un bebé. En el medio, una persona, una niña o niño recién nacido, no sólo absolutamente indefensa sino a expensas de adultos que deciden sobre su vida y su futuro. Y entre éstos, una clase de sujetos que hacen negocios con niños como si fueran cosas: los traficantes de bebés.
Indudablemente, para que exista un mercado negro de pequeños, deben de haber serias y graves fallas en las regulaciones, normas jurídicas e instituciones.
La práctica de las adopciones internacionales se ha convertido, a un ritmo indeseablemente acelerado, en uno de los rubros económicos más importantes luego del comercio de armas y el tráfico de estupefacientes.
El interés motor de las familias de los llamados países centrales en conseguir a un niño a cualquier precio está centrado en la necesidad de invertir la pirámide de crecimiento de sus respectivas sociedades que, por pautas culturales modernas, han visto reducir a niveles alarmantes.

Frente al aumento de la demanda, la mayoría de los países industrializados han contemplado en sus legislaciones la creación de sociedades que tienen como objeto la búsqueda de niños, generalmente recién nacidos, en el tercer mundo. Para estimular su desarrollo se les reconoce el derecho a obtener ganancias en dinero por su intermediación.
En Estados Unidos son centenares las agencias dedicadas al negocio de buscar chicos en los países en desarrollo, reclamados por familias norteamericanas que están dispuestas a pagar por ellos elevadas sumas.
Tal es el incremento de esta actividad, que estas agencias llegan a acumular “stocks” y ofertan a los bebés de “distintos colores y tamaños” en la publicidad comercial gráfica, televisiva y por internet.
Precisamente en la web es posible conseguir al niño y luego realizar la inscripción en el Registro Civil. Los honorarios, sólo para los intermediarios, rondan los 25 mil dólares por cada

Fuente: Diario El Tribuno

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