Fuente:http://www.diariouno.com.ar/edimpresa/2010/01/23/nota234556.html
Tras el terremoto, la pequeña fue evacuada en avión hacia Estados Unidos. Los padres, oriundos de Alvear, concretaron la adopción en octubre, pero los papeles y el juez de la causa quedaron sepultados.
23-01-2010
Sara González
sgonzalez@diariouno.net.ar
Rosalinda está en un orfanato de Pittsburgh, en Estados Unidos, cuando debería estar a punto de llegar a Mendoza. Tiene un año y medio, y cuando sólo le faltaba el pasaporte para salir de su país, Haití, y ser la nueva hija adoptiva de una familia mendocina, sobrevino el terremoto siniestro. La evacuaron con lo puesto en un avión, y el juez y los papeles que acreditan su adopción quedaron sepultados bajo los escombros de un edificio judicial en Haití.
A la alegría de la familia mendocina, que pudo saber recién dos días después de la tragedia que Rosalinda estaba viva, se le sumó la desesperación cuando se enteraron de que la pequeña fue enviada en un avión junto con otros 53 niños huérfanos. Cuando lograron comunicarse con la directora del orfanato, ésta les dijo sencillamente que no tuvo opción: estaban pasando hambre y sed, y no tenían ropa. “Fue una evacuación de emergencia; algunos iban envueltos en una sabanita”, contó la madre. Ya arriba del avión rumbo a EE.UU., los soldados les dieron galletitas y agua.
El caso es que la familia mendocina, que tenía todo listo para ir a buscar a Rosalinda en pocos días, ahora está atada de pies y manos, porque no tiene cómo probar que la pequeña es su hija adoptiva. El estado norteamericano exige pruebas y éstas están bajo los escombros.
Carina Valdés y Darío Pacheco –alvearenses que ahora viven en Ciudad– tienen cuatro hijos adoptivos y en junio del 2008 decidieron adoptar un quinto. Eligieron Haití luego de que el Estado argentino pusiera más trabas para cederles otro niño por tener cuatro.
En Argentina hay 14 familias más que están en situación parecida, pero –a diferencia del matrimonio mendocino– los otros niños no fueron sacados de Haití y siguen en los orfanatos, por lo que los padres adoptivos tienen más posibilidades de reencontrarse con los pequeños.
El caso de Carina y Darío es mucho más complejo. Por esta razón cuentan con el patrocinio de la abogada Fabiana Marcela Quaini, una reconocida especialista en derecho internacional, bonaerense, que vive en Mendoza. Los caminos diplomáticos están casi cerrados. El principal obstáculo es legal. Argentina no ha firmado la convención sobre adopción internacional establecida en La Haya en 1993, que prevé mecanismos a través de autoridades centrales para la adopción de niños en el extranjero y que fue aceptada por más de 70 países. Si bien Argentina no prohíbe la adopción de niños en el extranjero, tampoco la protege. Esto se suma a otro antecedente que ahora complica más la situación del matrimonio mendocino. En el 2008, la Procuración del Tesoro de la Nación dictaminó que, “ante un supuesto de adopción internacional, los organismos públicos se abstendrán de actuar o intervenir en trámites relacionados con ella, a menos que esas solicitudes de intervención provengan de organismos oficiales competentes de estados extranjeros y que estén fundadas en sólidas razones humanitarias\\\". El dictamen lleva la firma del procurador Osvaldo César Guglielmino.
Empero, han recibido muestras de apoyo del Gobierno local. El jueves estuvieron reunidos con el ministro Mario Adaro, quien se mostró dispuesto a ayudar. El problema es que la ayuda que necesitan requiere mover resortes muchos más altos. Una de las pocas esperanzas del matrimonio es que el Consulado en Washington interceda para que reconozcan los derechos conseguidos por el matrimonio. Quaini se contactó ayer con el cónsul Jorge López Menardi, pero no aparecen soluciones. Tampoco el matrimonio tuvo ayuda de la Dirección General de Asuntos Consulares del Ministerio de Relaciones Exteriores. Cuando UNO consultó en este organismo por el caso, la secretaria del ministro Héctor Dellepiane dijo que no podían hablar con el periodismo y que ya se había tomado contacto con los padres. A la tarde, “el único” contacto que tuvieron con ese organismo disparó una falsa alarma que los dejó sin aliento. “La secretaria del ministro Dellepiane llamó a Carina para decirle que estaba el turno para la visa para que fuera a buscar a la nena. Ella, llorando, les dijo entre lágrimas a sus hijos que todo se había solucionado. Pero fue erróneo. Esa inoperancia le causó más dolor a la familia”, dijo la abogada.
A la alegría de la familia mendocina, que pudo saber recién dos días después de la tragedia que Rosalinda estaba viva, se le sumó la desesperación cuando se enteraron de que la pequeña fue enviada en un avión junto con otros 53 niños huérfanos. Cuando lograron comunicarse con la directora del orfanato, ésta les dijo sencillamente que no tuvo opción: estaban pasando hambre y sed, y no tenían ropa. “Fue una evacuación de emergencia; algunos iban envueltos en una sabanita”, contó la madre. Ya arriba del avión rumbo a EE.UU., los soldados les dieron galletitas y agua.
El caso es que la familia mendocina, que tenía todo listo para ir a buscar a Rosalinda en pocos días, ahora está atada de pies y manos, porque no tiene cómo probar que la pequeña es su hija adoptiva. El estado norteamericano exige pruebas y éstas están bajo los escombros.
Carina Valdés y Darío Pacheco –alvearenses que ahora viven en Ciudad– tienen cuatro hijos adoptivos y en junio del 2008 decidieron adoptar un quinto. Eligieron Haití luego de que el Estado argentino pusiera más trabas para cederles otro niño por tener cuatro.
En Argentina hay 14 familias más que están en situación parecida, pero –a diferencia del matrimonio mendocino– los otros niños no fueron sacados de Haití y siguen en los orfanatos, por lo que los padres adoptivos tienen más posibilidades de reencontrarse con los pequeños.
El caso de Carina y Darío es mucho más complejo. Por esta razón cuentan con el patrocinio de la abogada Fabiana Marcela Quaini, una reconocida especialista en derecho internacional, bonaerense, que vive en Mendoza. Los caminos diplomáticos están casi cerrados. El principal obstáculo es legal. Argentina no ha firmado la convención sobre adopción internacional establecida en La Haya en 1993, que prevé mecanismos a través de autoridades centrales para la adopción de niños en el extranjero y que fue aceptada por más de 70 países. Si bien Argentina no prohíbe la adopción de niños en el extranjero, tampoco la protege. Esto se suma a otro antecedente que ahora complica más la situación del matrimonio mendocino. En el 2008, la Procuración del Tesoro de la Nación dictaminó que, “ante un supuesto de adopción internacional, los organismos públicos se abstendrán de actuar o intervenir en trámites relacionados con ella, a menos que esas solicitudes de intervención provengan de organismos oficiales competentes de estados extranjeros y que estén fundadas en sólidas razones humanitarias\\\". El dictamen lleva la firma del procurador Osvaldo César Guglielmino.
Empero, han recibido muestras de apoyo del Gobierno local. El jueves estuvieron reunidos con el ministro Mario Adaro, quien se mostró dispuesto a ayudar. El problema es que la ayuda que necesitan requiere mover resortes muchos más altos. Una de las pocas esperanzas del matrimonio es que el Consulado en Washington interceda para que reconozcan los derechos conseguidos por el matrimonio. Quaini se contactó ayer con el cónsul Jorge López Menardi, pero no aparecen soluciones. Tampoco el matrimonio tuvo ayuda de la Dirección General de Asuntos Consulares del Ministerio de Relaciones Exteriores. Cuando UNO consultó en este organismo por el caso, la secretaria del ministro Héctor Dellepiane dijo que no podían hablar con el periodismo y que ya se había tomado contacto con los padres. A la tarde, “el único” contacto que tuvieron con ese organismo disparó una falsa alarma que los dejó sin aliento. “La secretaria del ministro Dellepiane llamó a Carina para decirle que estaba el turno para la visa para que fuera a buscar a la nena. Ella, llorando, les dijo entre lágrimas a sus hijos que todo se había solucionado. Pero fue erróneo. Esa inoperancia le causó más dolor a la familia”, dijo la abogada.
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