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domingo, 24 de enero de 2010

Un atropello¡¡¡ ayudemos a esta familia argentina¡¡¡

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Fuente:http://www.diariouno.com.ar/edimpresa/2010/01/23/nota234556.html

Tras el terremoto, la pequeña fue evacuada en avión hacia Estados Unidos. Los padres, oriundos de Alvear, concretaron la adopción en octubre, pero los papeles y el juez de la causa quedaron sepultados.
23-01-2010

Sara González
sgonzalez@diariouno.net.ar

Ro­sa­lin­da es­tá en un or­fa­na­to de Pitts­burgh, en Es­ta­dos Uni­dos, cuan­do debería es­tar a pun­to de lle­gar a Men­do­za. Tie­ne un año y me­dio, y cuan­do só­lo le fal­ta­ba el pa­sa­por­te pa­ra sa­lir de su país, Haití, y ser la nue­va hi­ja adop­ti­va de una fa­mi­lia men­do­ci­na, so­bre­vi­no el te­rre­mo­to si­nies­tro. La eva­cua­ron con lo pues­to en un avión, y el juez y los pa­pe­les que acre­di­tan su adop­ción que­da­ron se­pul­ta­dos ba­jo los es­com­bros de un edi­fi­cio ju­di­cial en Hai­tí.

A la ale­gría de la fa­mi­lia men­do­ci­na, que pu­do sa­ber re­cién dos días des­pués de la tra­ge­dia que Ro­sa­lin­da es­ta­ba vi­va, se le sumó la de­ses­pe­ra­ción cuan­do se en­te­ra­ron de que la pe­que­ña fue en­via­da en un avión jun­to con otros 53 ni­ños huér­fa­nos. Cuan­do lo­gra­ron co­mu­ni­car­se con la di­rec­to­ra del or­fa­na­to, ésta les di­jo sen­ci­lla­men­te que no tu­vo op­ción: es­ta­ban pa­san­do ham­bre y sed, y no te­nían ro­pa. “Fue una eva­cua­ción de emer­gen­cia; al­gu­nos iban en­vuel­tos en una sa­ba­ni­ta”, con­tó la ma­dre. Ya arri­ba del avión rum­bo a EE.UU., los sol­da­dos les die­ron ga­lle­ti­tas y agua.

El ca­so es que la fa­mi­lia men­do­ci­na, que te­nía to­do lis­to pa­ra ir a bus­car a Ro­sa­lin­da en po­cos días, aho­ra es­tá ata­da de pies y ma­nos, por­que no tie­ne có­mo pro­bar que la pe­que­ña es su hi­ja adop­ti­va. El es­ta­do nor­tea­me­ri­ca­no exi­ge prue­bas y éstas es­tán ba­jo los es­com­bros.

Ca­ri­na Val­dés y Da­río Pa­che­co –al­vea­ren­ses que aho­ra vi­ven en Ciu­dad– tie­nen cua­tro hi­jos adop­ti­vos y en ju­nio del 2008 de­ci­die­ron adop­tar un quin­to. Eligieron Hai­tí lue­go de que el Es­ta­do ar­gen­ti­no pu­sie­ra más tra­bas pa­ra ce­der­les otro ni­ño por te­ner cua­tro.

En Ar­gen­ti­na hay 14 fa­mi­lias más que es­tán en si­tua­ción pa­re­ci­da, pe­ro –a di­fe­ren­cia del ma­tri­mo­nio men­do­ci­no– los otros ni­ños no fue­ron sa­ca­dos de Hai­tí y siguen en los or­fa­na­tos, por lo que los pa­dres adop­ti­vos tie­nen más po­si­bi­li­da­des de reen­con­trar­se con los pe­que­ños.

El ca­so de Ca­ri­na y Da­río es mu­cho más com­ple­jo. Por es­ta ra­zón cuen­tan con el pa­tro­ci­nio de la abo­ga­da Fa­bia­na Mar­ce­la Quai­ni, una re­co­no­ci­da es­pe­cia­lis­ta en de­re­cho in­ter­na­cio­nal, bo­nae­ren­se, que vi­ve en Men­do­za. Los ca­mi­nos di­plo­má­ti­cos es­tán ca­si ce­rra­dos. El prin­ci­pal obs­tá­cu­lo es le­gal. Ar­gen­ti­na no ha fir­ma­do la con­ven­ción so­bre adop­ción in­ter­na­cio­nal establecida en La Ha­ya en 1993, que pre­vé me­ca­nis­mos a tra­vés de au­to­ri­da­des cen­tra­les pa­ra la adop­ción de ni­ños en el ex­tran­je­ro y que fue acep­ta­da por más de 70 paí­ses. Si bien Ar­gen­ti­na no pro­hí­be la adop­ción de ni­ños en el ex­tran­je­ro, tam­po­co la pro­te­ge. Es­to se su­ma a otro an­te­ce­den­te que aho­ra com­pli­ca más la si­tua­ción del ma­tri­mo­nio men­do­ci­no. En el 2008, la Pro­cu­ra­ción del Te­so­ro de la Na­ción dic­ta­mi­nó que, “an­te un su­pues­to de adop­ción in­ter­na­cio­nal, los or­ga­nis­mos pú­bli­cos se abs­ten­drán de ac­tuar o in­ter­ve­nir en trá­mi­tes re­la­cio­na­dos con ella, a me­nos que esas so­li­ci­tu­des de in­ter­ven­ción pro­ven­gan de or­ga­nis­mos ofi­cia­les com­pe­ten­tes de es­ta­dos ex­tran­je­ros y que es­tén fun­da­das en só­li­das ra­zo­nes hu­ma­ni­ta­rias\\\". El dic­ta­men lle­va la fir­ma del pro­cu­ra­dor Os­val­do Cé­sar Gu­gliel­mi­no.

Empero, han re­ci­bi­do mues­tras de apo­yo del Go­bier­no local. El jue­ves es­tu­vie­ron reu­ni­dos con el mi­nis­tro Ma­rio Ada­ro, quien se mos­tró dis­pues­to a ayu­dar. El pro­ble­ma es que la ayu­da que ne­ce­si­tan re­quie­re mo­ver re­sor­tes mu­chos más al­to­s. U­na de las po­cas es­pe­ran­zas del ma­tri­mo­nio es que el Con­su­la­do en Washington in­ter­ce­da pa­ra que re­co­noz­can los de­re­chos con­se­gui­dos por el ma­tri­mo­nio. Quai­ni se con­tac­tó ayer con el cón­sul Jor­ge Ló­pez Me­nar­di, pe­ro no apa­re­cen so­lu­cio­nes. Tam­po­co el ma­tri­mo­nio tuvo ayu­da de la Di­rec­ción Ge­ne­ral de Asun­tos Con­su­la­res del Mi­nis­te­rio de Re­la­cio­nes Ex­te­rio­res. Cuan­do UNO con­sul­tó en es­te or­ga­nis­mo por el ca­so, la se­cre­ta­ria del mi­nis­tro Héc­tor De­lle­pia­ne di­jo que no po­dían ha­blar con el pe­rio­dis­mo y que ya se ha­bía to­ma­do con­tac­to con los pa­dres. A la tar­de, “el úni­co” con­tac­to que tu­vie­ron con ese or­ga­nis­mo dis­pa­ró una fal­sa alar­ma que los de­jó sin alien­to. “La se­cre­ta­ria del mi­nis­tro Dellepiane lla­mó a Ca­ri­na pa­ra de­cir­le que es­ta­ba el tur­no pa­ra la vi­sa pa­ra que fue­ra a bus­car a la ne­na. Ella, llo­ran­do, les di­jo en­tre lá­gri­mas a sus hi­jos que to­do se ha­bía so­lu­cio­na­do. Pe­ro fue erró­neo. Esa ino­pe­ran­cia le cau­só más do­lor a la fa­mi­lia”, di­jo la abo­ga­da.

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