Puede que el inicio de tu historia no haya sido feliz pero no determina quién eres

Tú decides lo que eres y en quién convertirte de aquí en más.

miércoles, 24 de junio de 2009

Atrevete, salte del closet ¡¡¡¡¡


Esta nota me recuerda una canción de calle 13 (si, estoy influenciada por mi sobri pre adolescente; solamente el título, porque lo demás nada que ver, jajjaja)

Esta historia la encontré junto a la nota enviada por Lore:

¡ Atrevanse! Por Edgardo Schapachnik y Susana Torok Para LA NACION

Nuestra historia de adopción comenzó en 2005. Dadas nuestras edades y nuestras historias personales, aspirábamos a adoptar una niña de segunda infancia, o dos, si fueran hermanitas, o un niño y una niña, pero la condición era que el sexo femenino estuviera presente.

Así es que recurrimos a la ONG Anidar y con su asesoramiento conocimos historias de adopción diversas, fáciles algunas y más complicadas otras. Por estas últimas deseábamos que el Juzgado que nos tocara en suerte nos llamara por la edad menor posible dentro del rango elegido inicialmente, esto es de 5 a 9 años.

Sorpresivamente, tres meses después de presentar la carpeta recibimos la llamada de una jueza de una provincia del interior, que nos proponía la guarda de un niño de 10 años, cosa que se alejaba apenas del rango de edades elegidas y nos acercaba a aquel prejuicio de que cuanto más grande, más difícil. Más conmocionante fue aún saber que se trataba de un varón, ya que veníamos alimentando la idea de una niña. No dudamos en aceptar. No podíamos decir que no, no se trataba de elegir la antigüedad de una casa o el modelo de un auto, sino de un niño que nos esperaba, un niño que sería nuestro hijo.

Así, el 4 de marzo lo conocimos. Nos enteramos también de que ya había cumplido los 11 años, pero nos enamoramos de él y nos olvidamos por completo de nuestras expectativas con respecto al sexo.

En pocos meses de convivencia tuvimos que aprender lo que es fácil y lo que es difícil de esta integración de su historia a nuestras vidas. Pero sobre todo aprendimos lo difícil que fue para él abandonar su lugar natal, sus amigos del hogar, subir a un micro con dos extraños y encontrarse de pronto viviendo en una ciudad loca como Buenos Aires.

Hubo días tormentosos, de rebeldías, de mal humor, que si bien son características generales de todos los chicos, en este caso tuvimos que tener siempre presente su particularidad, producto de su historia, del amor que le faltó y del maltrato que recibió.

Fue necesario tiempo para que él nos aceptara como padres; tiempo para que comprobara que no lo íbamos a abandonar, tiempo para que dejara de usar palabras que aprendió y que pertenecen a un pasado que no eligió.

Aprendimos como padres que la adopción es un proceso que no nos atañe sólo a nosotros. También él nos tuvo que adoptar como mamá y papá, y en ese proceso nos fuimos transformando, adoptándonos. Aprendimos que él necesitaba pertenecer a una familia, saber que tenía el lugar que nunca tuvo.

Hoy, a más de tres años de compartir nuestras historias, porque ya tiene 14 años, podemos asegurar que viviríamos una y mil veces aquellos primeros días, en los que todo fue maravilloso -incluyendo los sinsabores-, como es maravilloso verlo crecer amándonos y amarlo cada día sintiendo que fue nuestro hijo desde siempre.

Hace más de un año nos pidió un hermano y eligió a un amigo del hogar donde vivió.

Nos atrevimos nuevamente, decidimos compartir su deseo y emprendimos una vez más el camino. Su nuevo hermano tiene tres años más que él, 17, y está con nosotros desde hace nueve meses. Es otra su historia, es otra su particularidad, otra experiencia por integrar a nuestras vidas. Estamos aprendiendo a ser otra vez padres, partiendo de lo nuevo y lo aprendido con nuestro primer hijo.

La relación entre lo nuevo y lo aprendido es compleja, donde lo nuevo adquiere una dimensión preponderante, ya que una vez más se trata de hacer confluir historias de vida diferentes, que en este caso es una larga historia de 17 años, con aspectos generales que hacen que un adolescente comience a incorporar nuevos códigos y que una familia empiece a aceptar otros que hacen a la condición etaria: música, costumbres, salidas nocturnas, límites, nuevos amigos. Nuestros hijos no son bebes, pero son niños al fin y nos esperaban como padres.

Hay cientos que esperan por ustedes como ellos lo hicieron por nosotros. ¡Atrévanse!

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1141215



A la espera de una familia


Esta nota del diario la nación me la hizo llegar Lorena b, gracias, Lore

Ninguna historia es igual a otra, pero todas conmueven por la sensibilidad, el arrojo frente a lo desconocido y la capacidad de sobreponerse a situaciones adversas. Por eso y a pesar de sus diferencias, todas comparten un tronco común que las tiñe del mismo sentido: un profundo deseo de formar una familia y un fascinante camino recorrido para conseguirla.

En los padres, porque no encontraron en la biología la manera de tener hijos. En los hijos, porque las circunstancias los llevaron a necesitar otra familia que los acogiera. Dos expectativas de felicidad que se unen en la adopción, venciendo montañas de prejuicios e inseguridades. Sin embargo, en estos casos, el desafío es mayor, porque el ensamble familiar se da con niños de más de 3 años o grupos de hermanos, que cargan sus propias historias y fantasmas.

Cuando los años de tratamientos de fertilización fallidos obligan a imaginar otras opciones para poder canalizar todo el amor de padres, la adopción se asoma, tímida y sigilosa, como una posibilidad. En ese momento, es fundamental el apoyo de las ONG especializadas en el tema, que pueden erradicar todas las dudas y miedos lógicos de los padres, y acompañarlos durante el proceso. "La mayoría de los adoptantes quieren reproducir con ese menor las etapas vitales de un padre biológico, y por eso prefieren adoptar bebes de menos de un año. Desde que nacen y tienen pocos meses hasta cambiarles un pañal y darles una mamadera. Existe cierto temor infundado a que a determinada edad los chicos ya tengan patrones de conducta o problemas de salud irreversibles", explica Pablo Padula, defensor civil y comercial N° 4 de Posadas.

Hoy sobran personas dispuestas a acoger a niños de menos de un año, que tienen que esperar un promedio de 3 años para hacerlo, y faltan padres con intención de adoptar a chicos en edades más avanzadas, grupos de hermanos o con problemas de salud, que los jueces entregan en cuestión de meses, para evitar que sigan pasando sus infancias en hogares o institutos.

Si se le suma que no todos los menores que necesitan una protección especial están en condiciones de ser adoptados, el número se achica. Para que alcancen esa condición, tiene que existir una decisión judicial que dictamine la necesidad de buscarles otra familia. Esto sucede cuando la familia de origen no puede asumir la crianza, o por causas graves como maltrato, abuso o negligencia en el cuidado. "Es probable que la Justicia se demore más de lo necesario a la hora de decretar la adoptabilidad de los niños, sobre todo considerando que cada día en la vida de un niño puede cambiarlo para siempre. Pero garantizar el cumplimiento del estándar del interés superior del niño no es tarea fácil: hay que investigar no sólo en la historia de vida, sino también asegurarse de que mantenerlo en el entorno familiar es inviable y, sobre todo, encontrar el mejor hogar posible para ese niño en particular", dice Liliana Bertolotti, jueza de familia de Posadas, para responder a las quejas sobre los largos plazos en los procesos de adopción.

Vida nueva

A Julio y Jacqueline fue su psicólogo de pareja el que les aconsejó acercarse a Prohijar después de varios intentos fracasados de embarazo. Empezaron a participar de las actividades y reuniones de la entidad y después de varios meses se anotaron para adoptar a dos hermanos de hasta 7 años, cuando en un primer momento sólo querían un bebe de hasta 2 años. "Cuando nos llamaron para contarnos el caso de un grupo de hermanos, de 7, 8 y 9 años, yo pensé que era ideal, porque ya teníamos tres perros, uno para cada uno", cuenta Julio, con una sencillez que refleja la forma práctica en que se toma la vida.

Para compensar, Jacqueline tenía los miedos lógicos de cualquier mujer a la hora de ser madre, pero además la asustaba un poco la idea de adoptar a chicos de estas edades, porque tenía 33 años y se sentía muy joven. "El día en que nos hablaron de estos chicos justo dio testimonio en la fundación un padre que había adoptado a cuatro y lo contó con tanta alegría que me dio esperanzas. Yo estaba preparada para una tragedia, entonces todo lo que vino después fue mucho más fácil", confiesa Jacqueline.

El recuerdo de cómo llegaron a ser familia viene acompañado de lágrimas, silencios y mucha alegría: la llamada para ver si estaban dispuestos a vincularse con estos chicos; el día en que los conocieron en la fundación y a las pocas horas ya jugaban en la plaza, y esas primeras sensaciones de sentir propias a esas personitas antes desconocidas. "En cuanto los vi me puse a llorar y a reír porque el más grande se parecía muchísimo a Julio, y hoy se parece más todavía porque le copió algunos gestos", dice esta madre, psicóloga de profesión.

Siguieron 45 días de varias salidas para empezar a conocerse, hasta que el 13 de diciembre de 2007 ya estaban viviendo juntos en su casa de Colegiales. "Maxi, el día en que nos conoció, le pidió un bolso al director del hogar y lo tenía preparado debajo de la cama, listo para irse", dice Julio, para enfatizar la tremenda necesidad de todos los chicos que viven en hogares de tener su familia.

En ese momento, Jacqueline trabajaba en tres lugares y pidió nueve meses de licencia. Además, tuvieron que vaciar todos los placares y modificar el lavadero, pero sobre todas las cosas tuvieron que modificar su estructura diaria. "Nos costó organizarlos porque ellos tenían otro estilo de vida. Aprendieron a ser ordenados, a respetar el horario de la cena, a no comer con el televisor prendido, a no masticar con la boca abierta. Pero lo primero que tuvieron que aprender fue a dejarse querer y a cambiar su imagen sobre los padres", dice Julio con sabiduría.

Los hijos de Julio y Jacqueline hoy tienen 12, 10 y 9 años; se están nivelando en el colegio; han formado un nutrido grupo de amigos, y tienen una familia que los adora.

"Parece imposible, pero no lo es. A mí me completó como persona el ser mamá. El mito más fuerte que hay que vencer es que la biología hace a la maternidad, cuando lo que la determina es el ejercicio del rol. Yo tengo el beneficio y el orgullo de que mis hijos nos eligieron como padres, y eso no es común", concluye Jacqueline.

No existen cifras oficiales sobre la cantidad de chicos que esperan una familia, y eso no permite tener una dimensión acabada de esta problemática. Sin embargo, según un relevamiento realizado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, la Secretaría de Derechos Humanos y Unicef, en 2006, cerca de 20.000 chicos y adolescentes de hasta 21 años residen en 757 establecimientos, y el 84,8% permanece allí privado de su libertad por causas no penales, sin la posibilidad de vivir en familia. A su vez, algunas ONG estiman que en la provincia de Buenos Aires son cerca de 12.000 los chicos que siguen esperando, y en la ciudad de Buenos Aires, alrededor de 3000.

Del otro lado, se encuentran los 500 postulantes que por año se inscriben en el Registro Unico de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos, que funciona en la ciudad de Buenos Aires. Las guardas otorgadas por juzgados porteños no superan las 100 por año; por lo tanto, hay tres veces más inscripciones que guardas. Cuando se analizan las condiciones establecidas por los 1403 inscriptos para adoptar, nadie está anotado para recibir a cinco hermanos, una sola persona para adoptar a cuatro, 19 para tres y 551 para dos hermanos.

En el Registro Unico de Adoptantes, de alcance nacional, pero al que sólo 10 provincias han adherido voluntariamente, existen 1851 legajos admitidos, de 388 aspirantes monoparentales femeninos, 15 aspirantes monoparentales masculinos y 1448 matrimonios. Esto habla de un total de 3299 personas si se contabilizan por separado los esposos y esposas. De éstos, 886 aceptan hermanos; 377, niños con problemas físicos, y 177, niños con VIH negativizado.

"En la adopción de chicos más grandes, es muy importante el tiempo dedicado a la previnculación, porque es el primer paso respecto del consentimiento. Nosotros buscamos padres para los niños y no niños para los padres. Por medio de charlas que damos durante todo el año, vamos acompañando a los padres en la espera, a la vez que los formamos", explica Adriana Abeles, de Campos del Psicoanálisis.

Una nueva tendencia que los especialistas señalan es el aumento del número de mujeres y hombres solos que se acercan para adoptar a chicos más grandes. "Esta es una realidad cada vez más frecuente. En nuestra fundación, cerca del 25% de las personas que atendemos adoptaron a chicos más grandes o están en proceso. En general, tienen más de 40 años y son monoparentales, porque empezaron a pensar en la paternidad de grandes", cuenta Graciela Livsky, de la Fundación Adoptare.

"Existe la fantasía de que si uno adopta un niño chico todo va a parecerse a lo que sería un hijo propio. Y esto no es así, porque hay una memoria genética. Con los niños grandes, la gran ventaja es que ellos participan del proceso", sostiene María Adela Mondelli, de Fundación Adoptar.

Todos coinciden en que para poder adoptar a grupos de hermanos y a chicos más grandes hay que tener muchas ganas, espacio físico, recursos económicos acordes, un gran acompañamiento de una ONG, y el apoyo de todo el entorno. Como el niño también carga con sus tiempos y condiciones, se requiere de una disponibilidad afectiva muy grande de los adoptantes.

"Se necesitan para estos chicos familias con mayor fortaleza, flexibilidad y disponibilidad para pedir ayuda cuando lo necesitan", agrega Sandra Juárez, de Prohijar.

Padres por casualidad

No hace falta creer en la predestinación para empatizar con la historia de Raúl y Marta Orsi, que se transformaron en padres casi por casualidad. Todo empezó en diciembre de 1988, el día en que aceptaron el ofrecimiento del hogar La Casa de la Niña, ubicado en su misma cuadra, en Santa Fe capital, para recibir a María de los Angeles, de 7 años, en las Fiestas, porque el hogar cerraba sus puertas esas dos semanas.

"Nosotros llevábamos 5 años de casados y ni siquiera teníamos intenciones de adoptar en ese momento", dice Raúl. En ese entonces tenía 29 años, y su mujer, 28, y ya empezaban a sentir la presión social de no tener hijos.

Bastaron solo dos semanas para que María de los Angeles tenía problemas de aprendizaje, casi no les hablaba y le costaba socializar. "Era morochita, y el primer fin de semana nos dio vergüenza ir con ella a misa y fuimos solos. En la semana, lo hablamos y nos sentimos muy incómodos. Nos decíamos muy cristianos, pero cuando llegaba el momento de compartir con otras personas, nos había ganado el prejuicio", confiesa Raúl.

que esta nena, que al principio se mostraba fría y retraída, se integrara en sus vidas. "Estábamos viendo una película con la nena. Se sentó en mi falda y apoyó su mejilla sobre la mía. Fue una cosa mágica, como si una varita me tocara el corazón", relata Raúl emocionado.

Vivieron la Navidad más linda de sus vidas y eso los convenció para ir al hogar a preguntar por la situación de María de los Angeles y enseguida empezaron los trámites de adopción.

Los primeros tiempos fueron duros por el desconocimiento, y porque no tuvieron un grupo u ONG que los guiara. Sin embargo, volcaron todo el amor contenido en su nueva hija. "Nosotros nos preguntamos cómo habría sido de bebe, y lo tomamos con naturalidad. De chica le leíamos libros sobre la adopción. Lo que nos iba preguntando, lo íbamos manejando. Si uno lo habla con naturalidad, deja de ser algo fantasioso o para ocultar", dice Raúl.

Dentro de su nueva familia, María de los Angeles pudo superar sus problemas de aprendizaje. "Hizo toda la primaria, la secundaria y luego se recibió de técnica agrónoma", dice Marta orgullosa.

Hoy, con 28 años, y madre de dos pequeños, María de los Angeles sigue disfrutando de los programas con sus padres. "Con los nietos fue que nos dimos el gusto de cambiar pañales y jugar a la pelota", dice Marta, quien ahora vive junto a su familia en Esperanza, Santa Fe, y a sólo 8 cuadras de su hija. Se emociona cuando habla del vínculo profundo y sólido que pudo establecer con su hija. "Yo a veces escucho a otras madres que se quejan porque sus hijos no les prestan atención, y en mi caso María de los Angeles es super compañera", dice.

Problemas

Los chicos que son adoptados de grandes vienen de largas situaciones de vulnerabilidad y con demasiadas carencias. Por eso, cuando encuentran una nueva familia que además de amor los llena de confort material, muchas veces tardan en adaptarse. En general, necesitan un tiempo para aprender a valorar las cosas y a compartirlas, porque nunca tuvieron nada propio.

También son frecuentes los problemas de aprendizaje y las complicaciones en el cumplimiento de normas y pautas familiares. "Recibimos consultas sobre chicos con voracidad en la alimentación o que guardan comida, chicos grandes que se orinan encima o no se quieren bañar. También en las familias hay normas con respecto a la intimidad y la sexualidad que los chicos desconocen y que tienen que aprender", explica Beatriz Gelman, de Adoptare.

Gabriela y José Cvitovic, de San Antonio de Areco, vivieron con sus 4 hijos adoptivos algunas de esas complicaciones con la mayor naturalidad del mundo. Miedo a la hora de bañarse, camas mojadas por las noches, falta de demostraciones afectivas y berrinches. "Pero en el andar fuimos aprendiendo y creciendo juntos. Ellos a tener nuevos papás y nosotros a tener nuevos hijos", dice José, productor agropecuario de la zona, desde el sofá del living de su casa, mientras dos de sus hijas hacen monigotadas a su alrededor.

En diciembre de 2006, ya habiendo presentado las carpetas necesarias con el asesoramiento de Prohijar, los llamaron para ver si se animaban a recibir a 4 hermanos, cuando ellos se habían anotado para adoptar hasta a dos hermanitos. "Por algo será que esto nos llega ahora", pensaron y aceptaron la aventura de integrar a tres hermanos 8, 9, 12 y 13 años, tres mujeres y un varón. "Nuestra casa tenía un living, una cocina y dos dormitorios. Vivimos 8 meses todos juntos en el mismo espacio y sobrevivimos. La gente nos donaba ropa, peluches y muebles. Después estuvimos 6 meses en obra para refaccionar y ampliar la casa", dice Gabriela, con la satisfacción de haber superado la prueba.

Tienen un extenso jardín que los chicos disfrutan cada vez que pueden junto a sus amigos o primos. En la casa no tienen televisión, porque los padres decidieron priorizar la vida al aire libre. Durante la entrevista, los chicos traen mate y masitas a la mesa, buscan llamar la atención de sus padres y se distraen jugando con la computadora.

"Al principio yo tenía miedo. No sabía si me iban a dar vuelta la casa, si me iban a hacer un piquete o si se iban a querer ir. Para nosotros, los conocimos en su mejor edad, porque fue con la que llegaron a nuestras vidas. Yo creo que como padre no te perdés de nada porque todo es tan intenso que ni te enterás", cuenta José.

Todo fue nuevo, pero, sin embrago, ellos sienten que están juntos desde siempre, a tal punto que no se acuerdan de cuando estaban solos. José y Gabriela aseguran que no es tan simple como esperaban pero tampoco tan complicado como parecía. Apelando al sentido común y a los límites, consiguieron armar la familia que siempre quisieron tener. "Yo creo que el hecho de que sean hermanos ayuda a la adaptación, porque tienen sus propios códigos y lenguaje", dice José, convencido.

Poner a prueba

Durante el primer tiempo de convivencia, los chicos suelen poner a prueba a los padres para asegurarse de que no los van a abandonar, y es allí donde se les aconseja brindarles la contención necesaria para que entiendan que se ha formado una familia para toda la vida. "A mis hijos les costó confiar en que era para siempre. Al principio, cuando nos íbamos al cine teníamos que decirles que volvíamos, porque ellos necesitan esa seguridad", dice Soledad Ricci, quien junto a su marido Luis, adoptaron a 3 hermanos de 2, 3 y 5 años.

Todos formaron una nueva familia en Bella Vista, en la casa en donde Soledad vivió durante su infancia, acompañados por tres perros, un gato, dos coballos, y un amplio jardín con árboles y una pileta.

Los chicos reciben a La Nación con el uniforme del colegio, con un cartel de bienvenida en la puerta y nos hacen una recorrida por su nuevo hogar.

"Después de muchos años de tratamientos, empezamos a pensar en la adopción y nos acercamos a Anidar. A principios de diciembre de 2004 armamos 25 carpetas y las mandamos a cada uno de los registros provinciales de adopción. El 21 de ese mismo mes, nos llamaron de un juzgado porque había tres hermanos en espera. Los chicos vivían en un hogar y el juez quería que pasaran esas fiestas con una familia. En tres días, ya los teníamos en casa", cuenta Luis.

Su entorno los ayudó mucho y la familia fue fundamental en ese sentido. Soledad se tomó 3 meses de licencia en su trabajo y después modificó y acortó sus horarios para poder estar más tiempo en casa con sus hijos.

"Tenemos los problemas que puede llegar a tener cualquier familia. Ellos de a poquito van adaptándose, buscando su lugar en el mundo. Es algo que se tiene que trabajar y mucho. Para ellos todo es nuevo, es un mundo nuevo para descubrir cada día", dice Soledad.

Para Luis lo más complicado fue perder la independencia que habían disfrutado durante sus 13 años de casados, porque los chicos lo empezaron a demandar en forma constante. "Es verdad que acarrean historias, pero todo es superable. Lo que pasa es que hay que ponerle garra y tiempo. Son chicos que necesitan atención permanente. Es impresionante como ellos te van devolviendo lo que vos les vas dando", dice.

Por lo general, como han tenido que superar situaciones complejas, estos grupos de hermanos desarrollan un vínculo de supervivencia, y se cuidan mutuamente. "Ellos aprendieron de grandes a jugar, a hacerse amigos y a ser hijos. De a poco se fueron mimetizando con nosotros. Es impresionante como copian los gestos y las frases", dice Soledad, que tiene grabados a fuego esos días en que se escondía debajo de la escalera, para que sus hijos no la encontraran y le gritaran mamá por primera vez.

"Son dos carencias que se unen. Tanto ellos como nosotros nos necesitábamos y se formó una familia", concluye Luis.

Todo indica que este tipo de adopción implica enormes desafíos, pero ninguno parecería imposible de superar con las herramientas necesarias y la voluntad suficientes.

Por Micaela Urdinez
De la Fundación LA NACION

Fuente:http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1141203


martes, 23 de junio de 2009

Más de 130 interesados en adoptar a 6 hermanos


Más de 130 llamados fue la respuesta que recibió la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Sennaf) a una convocatoria pública de adopción: seis hermanos en busca de una familia.
Clarín la difundió el último domingo. "El martes ya habíamos recibido 80 llamadas, a pesar del feriado del lunes, y el viernes ya sumaban más de 130", dice Marisa Graham, directora nacional de Promoción y Protección de Derechos de la Sennaf.
Los hermanos son tres varones de 14, 10 y 8 años y tres chicas de 12, 9 y 6. Hace cuatro años fueron separados de sus padres. La razón: fueron víctimas del maltrato y de la violencia, a tal punto que la justicia les quitó a sus padres la Patria Potestad.
Desde hace un año los hermanos viven en una ONG por separado: las chicos por un lado y las chicas por otro.
La convocatoria de la Sennaf no impone la obligación de que una pareja o persona sola adopte a los seis chicos, pero la condición es que se comprometan a no romper el vínculo de hermanos.
La mayoría de los llamados recibidos provinieron de parejas o personas que no están anotadas en los registros para adoptar. "Entre ellos, algunos preguntaron si podían adoptar a dos o tres hermanos, pero muchos se ofrecieron para adoptar a los seis. En principio, a ellos vamos a darles prioridad", dice Graham.
Y agrega: "Si bien incorporar a seis chicos a una familia es un gran compromiso también lo es adoptar a dos o tres y poder sostener la relación entre todos los hermanos".
La convocatoria de la Sennaf sigue abierta. Los interesados deberán llamar al 4338-5820/5800 de 10 a 16.
fuente: http://www.clarin.com/diario/2009/06/21/sociedad/s-01943250.htm

miércoles, 17 de junio de 2009

Santa Fé:Dos proyectos de ley buscan hacer más fácil y transparente la adopción


Tras el escándalo por el supuesto tráfico de bebés, dos proyectos distintos de las diputadas Lucrecia Aranda y Victoria Ramírez crean una base única de parejas adoptantes pero difieren en qué organismo se haga cargo

El oficialismo en la Cámara de Diputados provincial intentará esta semana avanzar en el tratamiento de los proyectos presentados para agilizar y transparentar los trámites de adopción en Santa Fe, que quedaron bajo la lupa tras descubrirse una organización de tráfico de bebés con una pata en Rosario.

El proyecto de la socialista Lucrecia Aranda busca aprobar la regulación en el transcurso de los próximos 60 días y dar respuesta así al vacío legal existente.

"Ya existe cierto consenso con los distintos bloques sobre la necesidad de sacar pronto esta ley después de escuchar a los distintos actores involucrados", dijo a Rosario/12 la Aranda.

Esa iniciativa se diferencia de una segunda, presentada por la peronista Victoria Ramírez, en la dependencia que tendrá a su cargo el manejo del registro único que se propicia crear. El PS propone que sea la subsecretaría de la Niñez, para darle cobertura no sólo a los recién nacidos, y el PJ cree que debe estar bajo la órbita del Poder Judicial.

Las propuestas en cuestión están bajo análisis de la comisión de Promoción Comunitaria de la Cámara baja desde hace tres semanas. Aranda aspira encontrar consenso, que la ley sea tratada esta semana "y que podamos llevarla al recinto dentro de los próximos 30 a 60 días", confió la legisladora del PS.

Tanto el proyecto de Aranda como el de Ramírez promueven la adhesión a la Ley nacional 25.854, que en 2005 dispuso la creación de una base de datos unificada para incluir a las personas con intenciones de adoptar. Si bien la norma ya fue reglamentada, el registro aún no se implementó en el país.

"Más allá de las expectativas que se puedan crear en torno a estos proyectos, en particular después de los episodios conocidos la semana pasada en Rosario en torno a la presunta existencia de redes que trafican bebés, tenemos que ser claros, con estos instrumentos no vamos a solucionar el problema de fondo que sustenta el tráfico de recién nacidos que son las situaciones de exclusión y marginalidad de miles de mujeres en todo el país", aclaró Aranda.

"De todos modos -agregó- sancionar esta ley le va a permitir a la provincia tener una herramienta para agilizar y transparentar los trámites de adopción, poniendo en pie de igualdad a todos los potenciales padres adoptantes sin la necesidad de deambular de juzgado en juzgado, pagando sellados y tratando de conseguir contactos en los Tribunales para resultar beneficiados".

De acuerdo a estimaciones de los juzgados de Familia de Rosario, en la ciudad hay cerca de 1600 parejas anotadas para adoptar. Sin embargo, los niños otorgados en guarda son muy pocos, señala la nota de Rosario/12.

Fuente:http://www.rosario3.com/noticias/noticias.aspx?idNot=51953

martes, 16 de junio de 2009

Buscan familia para seis hermanos


14/06/2009
Defensoria General de la Nacion.

LLAMADO URGENTE A LA SOLIDARIDAD

La Defensoría General de la Nación lanzó una convocatoria a fin de encontrar familias para seis hermanos, de 6 a 14 años de edad, que vienen de grandes carencias afectivas y están internados actualmente en dos hogares.

Las familias deberán estar en condiciones de "asumir la guarda, con miras a una futura adopción" de los chicos, dice el llamado, en el que intervienen la Defensoría Pública de Menores e Incapaces, el Juzgado Nacional en lo Civil 83 y la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENNAF).

Los niños "han atravesado situaciones de gran carencia afectiva durante la convivencia con su grupo familiar de origen y, por las características de cada uno, se requieren familias con una importante disposición para atender sus singularidades", explicaron.


La Defensoría busca evitar que continúe la institucionalización de los chicos, que "necesitan del soporte emocional, la atención, el afecto, que les brinden un lugar de hijos y que asuman el compromiso de continuar posteriormente con el vínculo fraterno".


Antes de la convocatoria, el Departamento de Adopciones de la SENNAF informó que la Dirección Nacional del Registro Unico de Adoptantes hizo saber que no cuenta con postulantes inscriptos en condiciones de asumir la guarda de estos hermanos.


El pedido es formulado por la Defensoría a cargo de la doctora Carolina Paladini, con acuerdo del Juzgado Nacional en lo Civil 83 a cargo de la doctora Patricia Zabotinsky, y el Departamento de Adopciones de la SENNAF.

Las familias interesadas deberán comunicarse a los teléfonos del Departamento de Adopciones, 4338-5820/5800, interno 6012, de 10 a 16.

La dependencia está a cargo de Fabiana Alejandra Isa y es coordinada por María Josefina Casmuz. En el caso interviene un equipo integrado por las licenciadas
Claudia Rodríguez, Julieta Arias y Patricia Molina

Fuente: http://www.lalicuadoratdf.com.ar/index.php?s=!notas$$notas/veo$W0821erve8s6jwphc97csam

miércoles, 10 de junio de 2009

bebes basura


En una semana dos madres abandonaron a sus hijos casi recién nacidos. Una puso a su bebita adentro de una caja en la puerta de una casa. La otra embolsó a sus mellizos de cinco días de vida en bolsas y los dejó en una montaña de repleta de basura en la localidad de San Justo.
A los mellizos los encontró una adolescente de 18 años que caminaba hacia su casa y al oír el llanto de un bebé, descubrió con inmenso asombro, que el sonido tenía dueño y provenía de la pila de basura. Primero descubrió a uno y al ratito a su hermanito mellizo que seguía llorisqueando para que lo sacaran de la cuna de mierda, en la que su mamá lo había tirado.

No es la primera vez que sucede algo así lamentablemente, así que después del asombro, y una vez que los bebes son rescatados por alguien y son derivados al hospital y su salud está asegurada, el asombro y el tema, se diluyen de los medios y de los comentarios callejeros y familiares.

Pero la verdad es que ahí recién comienza la verdadera historia. Con la mejor de las suertes, que seguramente la tendrán, ya que se ganaron la lotería al haber sido rescatados de la basura, la madre de esos chiquitos desaparecerá de esas vidas recien estrenadas. Si no la encuentran mejor. Si la encuentran, quizás un haz de luz se apodere de ella y decida hacer algo humano, dar a sus chiquitos en adopción.

En algún medio se comentó ayer que ya había ido una pareja al hospital, que lleva 5 años esperando para adoptar un hijo, para levantar la mano y cantar pri. La cosa no es tan fácil, aunque los mellis seguramente se ganarían el Loto si pudieran ser adoptados inmediatamente por estos padres ansiosos de formar la familia, que la mujer invisible tiró a la basura.

Hay cuestiones legales que seguramente pongan a los hermanitos en manos de algún Hogar de tránsito, hasta que la Justicia cumpla con todos los procedimientos administrativos para que estos varoncitos puedan encarnarse en una familia que los desee. Ojalá que la burocracia no sea tan rebuscada y los bebes puedan, lo antes posible, tener lo que su mamá les negó: derecho a vivir y a recibir amor.

Mía, la otra beba abandonada, la pasó mejor que los mellis. Fue encontrada por una mujer que acababa de ser mamá hace 25 días, así que hasta leche calentita tomó la gorda. Ese es el nombre que esta mujer, que no dudó ni un segundo en pelar sus pechos para amamantarla, le puso apenas la vio. “Es mía”, contó que pensó en el medio del asombroso hallazgo.

Habrá que ver si a Mía, Miguel y Ariel (los mellis), que fueron nombrados así en honor a los enfermeros que los asistieron recién llegados al hospital, no les coartan la posibilidad de dejar rápido atrás esta pena, este tropiezo al nacer. Eso es lo fundamental, lo más importante, mucho más importante que calzarse el dedo acusador contra esas mujeres que tiran sus hijos a la basura o en cajitas, a la marchanta.

Es vital que estos bebes no pasen de mano en mano y recién encuentren su verdadero y definitivo hogar dentro de algunos años, debido a la lenta e ineficaz Ley de Adopción argentina. Tienen toda la oportunidad de salvarse de muchas cosas, tienen todas las chances de empezar de cero, de ser protegidos y amados, ya.

Jueces, asistentes sociales, funcionarios de los juzgados de menores, de ustedes depende que Mía, Miguel y Ariel no sufran más abandonos y encuentren a sus padres verdaderos.

Hay miles de parejas ansiosas por formar una familia, listas larguísimas de hombres y mujeres anotados para hacer las cosas bien, de manera legalmente correcta. No le caguen la vida a estos niños, la oportunidad es hoy. Ojalá pronto sepamos de Mía, Miguel y Ariel, los veamos felices y sin olor a basura.
http://www.diarioshow.com/notas/2009/06/10/12404-bebes-basura.html