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jueves, 14 de mayo de 2009

Historias de vida: Niños polacos encuentran un hogar en Miami

Estamos a 5,000 millas de casa y a punto de mirar los ojos de nuestro futuro.

Mi esposo, Al Diaz, y yo nos quitamos la nieve de los zapatos mientras en la puerta nos saludan con una exclamación de dzien dobry (buenas tardes en polaco). Entramos en el apartamento y seguimos a los padres adoptivos con expectación y emoción.

Como un niño pequeño en una madrugada de Navidad tratando de descubrir a Santa Claus, un par de ojos miran a hurtadillas en el rincón. Otras dos pupilas se asoman.

Esos ojos pertenecen a Bartek, de 4 años de edad, y su hermana de 7 años, Angelika, y han visto cosas que no queremos ni imaginar, y sin embargo están llenos de esperanzas y de sueños.

Cuando es la hora de tener una familia, hay muchas opciones. Quizá quiera tener un solo hijo, u ocho, como la mujer que recientemente tuvo octillizos. O puede traer a su casa a un niño que necesita desesperadamente una familia.

Para nosotros, la opción era clara: queríamos adoptar.

Los niños de ''más edad'', como Bartek y Angelika, encaran dificultades para ser adoptados. Muchas parejas prefieren adoptar bebés que todavía no se han sonreído por primera vez, no han dicho la primera palabras ni han dado el primer paso. Los padres quieren experimentar esos momentos inolvidables por sí mismos, no que se los cuenten.

No nos importaba que los niños no fueran bebés. Y aunque nos hubiera importado, cuando un niño lo mira a uno a los ojos con una gran sonrisa, ya no importa lo que uno necesita y quiere, sino lo que ese niño necesita y quiere.

Antes de conocer a Bartek y Angelika, asistimos a seminarios sobre diversos tipos de adopción, entre ellos uno de adopción de niños de otro país. En uno de los seminarios, conocimos a un par de familias que habían adoptado a un niño de Polonia sin contratiempos.

Ni yo ni mi esposo tenemos ascendencia polaca. Al es cubano y yo desciendo de europeos. Pero para nosotros no era ningún problema.

Descubrimos que Polonia es un país bello y muy diverso, con una historia interesante y una rica cultura. Gracias a los grandes cambios en el gobierno, la infraestructura y el turismo después de la Guerra Fría, los viajes son una experiencia grata y memorable.

La adopción de un niño extranjero es más costosa que la de uno del mismo país, pero nos sentíamos cómodos con nuestra decisión.

En busca de ayuda, acudimos a Mimi Huminski, una consultora radicada en Estados Unidos que facilita a las personas adoptar niños polacos, y usamos los servicios de la agencia Intercountry Adoption Center Inc., cuyo personal nos explicó los numerosos pasos que debíamos dar.

Para prepararnos para los problemas culturales, entramos en el Club Polaco Americano y en el Instituto Americano de Cultura Polaca, y tomamos clases de polaco.

Después, fuimos a Polonia. Nos sentíamos como los integrantes de un reality show, pero de una forma constructiva. Nos hospedamos en un hotel por 21 días. Durante ese tiempo, los niños se quedaron con nosotros, dos personas con mucho amor pero sin ninguna experiencia en criar niños.

Fuimos varias veces al juzgado a llenar papeles, nos reunimos con nuestro abogado polaco y Lech, nuestro traductor, nos visitaba dos veces al día. Todo coordinado por Mimi.

Empezamos a conocer detalles de la vida de Bartek y Angelika. Habían nacido en el seno de una familia con problemas, y merecían amor, compasión y alivio, pero tuvieron que contentarse con el abandono, comidas en mal estado, suciedad en el hogar, piojos, falta de baño y ningún cariño.

A Bartek rara vez lo sacaban de la cuna, lo cual afectaba su desarrollo. Su hermana nos contó cómo robaba comida para llevársela y cómo trataba de sacarlo de la cuna, sin lograrlo. Finalmente, un vecino preocupado llamó a la policía. Esa llamada cambió sus vidas.

La policja (policía) se llevó a los niños sólo con la ropa que tenían puesta. De todas formas, era todo lo que tenían. Los pusieron en un centro para adopción de emergencia, pero allí estuvieron casi dos años, sufriendo la frustración de ver cómo adoptaban a otros niños de menos edad.

Pero aun así estaban mejor en ese centro de adopción que en la casa de su familia, y en el centro Bartek tuvo su primer juguete: un osito de peluche con un suéter azul. Hasta el día de hoy, el osito es su peluche preferido para dormir cada noche.

Al cabo de 21 días, tuvimos que regresar a la Florida, y dejamos a los niños en el centro de adopción hasta que quedaran despejados todos los obstáculos legales y burocráticos.

Bartek y Angelika se sintieron maravillados y aliviados cuando volvimos a Polonia. Estaban listos para iniciar su nueva aventura. Lo curioso es que nos parecía que los conocíamos de toda la vida. Fue como si los estuviéramos recogiendo de un campamento de verano.

Cuando regresamos a Miami, había carteles de bienvenida y globos que los hicieron sentirse especiales. Conocieron a su nueva abuela y saborearon sus comidas caseras. Fue el comienzo perfecto de su nueva vida.

Sólo sabíamos un puñado de palabras en polaco y los niños sabían todavía menos inglés, de modo que la comunicación fue, digamos, interesante. Hablar con las manos era la mejor forma de comunicarnos. A los niños les parecía un juego divertido.

Poco después, Angelika empezó a ir a la escuela. Como no sabía inglés, adaptarse al aula fue muy difícil. Pero con el apoyo y la comprensión de maestros, instructores, hasta de un compañero de trabajo, los dos niños lograron un progreso increíble. Es alentador saber que uno no está solo.

El 24 de abril se cumplieron nuestros primeros tres años juntos, y los niños han progresado muchísimo. Con cierta dosis de estoicismo han alcanzado grandes metas y siguen creciendo y sobresaliendo. Su infeliz comienzo en la vida es una memoria vaga, como un incómodo viaje en autobús que uno olvida en cuanto llega a su destino.

Nuestra historia de adopción es como una misión de rescate con un final feliz. Y en este mi tercer Día de las Madres, me maravilla ver cómo todo salió tan bien.

fuente: http://www.elnuevoherald.com/noticias/septimo_dia/v-fullstory/story/446572.html

1 comentario:

Lore b dijo...

el encuentro del amor no tiene fronteras...