Puede que el inicio de tu historia no haya sido feliz pero no determina quién eres

Tú decides lo que eres y en quién convertirte de aquí en más.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Ha de saber que es adoptado, porque es su vida y tiene derecho a conocerla´

Así comienza un artículo español, en un congreso sobre adopción internacional.
Y me pareció sumemente interesante compartirlo, pero por una cuestión que me ronda en la cabeza hace un par de días.

Quien soy yo para mis hijos? quien soy yo para el resto de la sociedad con respecto a mis hijos?
Yo me contesto: soy la madre. Para el resto: la señora que los adoptó, ahora su mamá.
Mis hijos mayores entienden perfectamente las diferencias, compartimos entre los tres nuestros pensamientos. Pero, y mi gordita? Cómo explicarle?

En casa, tenemos la foto de sus otros hermanos.Pasa y me pregunta sus nombres, yo le cuento,ve a uno de sus hermanos que está con ellos, se sonrié y sigue.

¿Como llamarla? progenitora, la señora que te tuvo en la panza.... yo a mis hijos mayores, la llamo mamá, tu mamá biológica. Y siempre hablo de ella con muchisimo respeto, aunque sin justificar sus actos. Lo hago con respeto y compasión, que les enseño todos los días, para que siendo adultos, comprendan.

Aprendí, que la palabra "mamá" no tiene la misma connotación en ellos que en nosotros, los adultos. Escribiendo un mail el otro día en el club de padres, me dí cuenta que mi hija y mi hijo, hasta hace sólo 4 meses, le decían mamá y papá a sus cuidadores. Y sin embargo, hoy me llaman así a mí, agregando "te amo".

Creo que nuestros hijos, van construyendo su historia, van aprendiendo que significa "mamá y papá", y mi obligación es acompañarlos, estar a su lado en cada una de las etapas de su aprendizaje, este aprendizaje que los lleva a aprender lo que es una familia, que es el amor familiar, que salta las barreras de la biología.

Este sábado, cumplí 38 años. Y por primera vez en mi vida, supe lo que es ser mamá. Si, recién el sábado me dí cuenta de que lo soy. Por primera vez en mi vida, no la pasé con mi mamá ni me hermano, no recibí regalos (si de mi hermano,jajajja) , lo único que me preocupaba es que mis hijos conocieran el mar.

Parecerá tonto el comentario, pero cuando uno llega a los 37 años solo, siendo la malcriada de su hermano, papás, esposo y familia, y pensando solo en ella y de repente me veo sin ir a la pelu, sin comprarme nada lindo para estrenar, y caminando todo el día anterior viendo que necesitan mis hijos antes que yo, me dí cuenta, que a pesar de mis miedos, yo también pude saltar la barrera, dejar de ser hija para convertirme en mamá.

Porque creo, que cuando llevas a tu hijo en el vientre, tenés 9 meses para adaptarte a la idea, ves la panza crecer y sabés que en el lapso de 9 meses (dios mediante) estará tu hijo en tus brazos.

En la adopción, este lapso puede tardar meses y años, y un buen día, sin el más mínimo aviso, te encontrás recibiendo ese llamado, que lo esperastes tanto tiempo, y en un abrir y cerrar de ojos, dejás de estar sólo o de ser sólo dos, en un abrir y cerrar de ojos te convertís en mamá, sin aviso, sin manual, con todas las emociones encima, con los miedos, las inseguridades.

Yo muchas veces pienso en ella, la mamá de mis hijos. No le estoy agradecida por la vida que les hizo llevar, si porque en algún momento de su vida, pensó en ellos y me permitió ser mamá.

Así que, espero el día que mi gordi me pida explicaciones de ella, se las pueda dar sin rencor, sin odio, para que mi hija sepa entender y perdonar, y continuar la vida feliz, que espero le demos con su papá.

http://www.diariodemallorca.es/mallorca/2009/11/21/adoptado-vida-derecho-conocerla/523452.html

Si todo adolescente es de trato difícil, la adolescencia de un niño adoptado precisa atención redoblada, pero sobre todo sinceridad y empatía. La psicóloga Montse Lapastora, del equipo de Intervención y Valoración en Adopción Internacional, no dejó de acudir a estas dos palabras –sinceridad y empatía– a lo largo de la conferencia que ayer llenó la sala de actos de la Cambra de Comerç, bajo la organización de la Asociación Illes Balears de Adopciones (AIBA) y el Club DIARIO de MALLORCA.

Según esta especialista en adopciones, es importante que el hijo sepa la verdad sobre la familia que lo ha acogido. "Es su vida y tiene derecho a saberla", sentencia; y señala que todo abandono materno, por temprano que sea, deja una huella en el psiquismo que el niño va a necesitar reconocer.

Por tanto, no recomienda en ningún caso ocultarle los orígenes, dado que el "secreto de familia" genera sensaciones de incomodidad en todas las partes y el niño las percibe. Lapastora cuenta que las personas a las que se ha ocultado su adopción, en caso de llegar a conocerla, suelen decir que ya sabían que algo raro pasaba.

Esta sinceridad es difícil, reconoce la psicóloga. Precisa que los padres comuniquen al hijo que lo adoptaron porque –es el caso más frecuente– ellos no podían concebir uno; porque sus padres biológicos lo abandonaron; y porque ese abandono les permitió adoptarle. Es una triple verdad que debe ser transmitida –de ahí la sinceridad– pero sin abrir más heridas de las que se restañan; por eso la necesidad de empatía.

Por descontado, la primera herida que debe cerrarse es la de los padres adoptivos. Sentir que hubiera sido preferible tener un hijo biológico es algo que acabarán transmitiendo sin querer. Pero hay más.

"Nunca se debe deteriorar la imagen de los padres biológicos", explica esta psicóloga; y añade que tampoco debe favorecerse que el menor se fabrique una imagen fabulosa de los padres.
Lapastora recurre al caso claro –y estremecedor– de los malos tratos para ilustrar este equilibrio. El niño no va a entender ni tal vez creer que su madre lo quemaba con un cigarrillo cuando era un bebé. Acaso pueda decírsele que no sabía cuidarlo.

Ha de entender que la adopción fue lo mejor que podía pasarle; pero tampoco debe creer que su madre lo abandonó en un acto de bondad, porque entonces pensará que el abandono forma parte de una conducta afectiva válida.

Decirle que su madre era drogadicta o prostituta no es fácil: el niño crecerá con el temor a repetir –a llevar en los genes– esa conducta. Pero puede explicársele que su madre tenía problemas con la droga, asegura la profesional.
Sin embargo, permitirle idealizar a los padres biológicos es igualmente desaconsejable.

Según Lapastora, es fantasía recurrente de los niños adoptados atribuirse orígenes fabulosos: haber sido robados o ser hijos de príncipes son dos de las más habituales. Cabe entonces hablar con el hijo para conocer su visión sobre los padres biológicos.

Llegados a este punto, "es bueno reforzar sus vínculos con la familia", explica: decirle, en la medida que esto sea cierto, que tiene "la risa del abuelo o los andares del padre" ayudará a que el niño se sienta verdadera parte de un hogar.

El adolescente debe renunciar a esos padres biológicos con los que pueda haber fantaseado. Y los progenitores deben "perder el miedo al abandono" de su hijo, pues este "tiene a sus padres y no necesita otros". Sin embargo, "necesita unir las partes de su identidad", porque no hay niño que no quiera saber quién es.

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